La revisión del cine de David Cronenberg devela la evolución y sofisticación de sus obsesiones, perversiones y fetiches. Dicho de otra forma, repasar su filmografía es ojear su ficha clínica. Scanners y La mosca son parte de la penetrante y fresca morbosidad de sus principios. Crash y Existenz plantean retorcidos predicamentos existenciales disolubles en distintos niveles. Y Spider y Una historia violenta, junto con alcanzar el clímax de su labor narrativa, aclaran que Cronenberg no tiene que demostrar nada a nadie. Promesas del este sigue esa senda.
La ostentación propia de los primeros filmes de un cineasta talentoso, se va desvaneciendo a medida que se alcanza el lenguaje cinematográfico que se busca. Cronenberg lo encontró hace años. Su experiencia lo llevó a optar por la simpleza, la armonía y la elegancia narrativa. Sus temáticas, usualmente, se han revestido de crudeza, extravagancia y audacia, sin embargo, un enfoque más interno se ha manifestado en sus últimas películas, incluida Promesas del este. La preeminencia de esa perspectiva, si bien conserva su sello, ha vuelto más convencional a su cine, lo cual en ningún caso menoscaba su visión, al contrario, expresa la constante exploración de sus películas y su habitual valentía cinematográfica.
Los tópicos predilectos de David Cronenberg, vale decir, la mutación y la degeneración, se repiten en Promesas del este, sin embargo, esta vez yacen en la profundidad de los personajes. La violencia parece ser la mejor representación de las exposiciones subyacentes de la película, tal como ocurrió en Una historia violenta. Por una parte, formula a la agresividad como parte de nuestro código genético y, por otra, plantea la necesidad de una lucha interior para apartarnos de ella. Las transformaciones, antes concebidas físicamente, en sus últimos tres filmes han sido psicológicas. Así, entre otras reflexiones, Promesas del este habla de las metamorfosis mentales y espirituales del hombre frente a cuestionamientos morales, y de la siempre presente disputa íntima entre el bien y el mal.
La película se introduce en el mundo de la mafia rusa en Londres, un universo que se revela tenebroso, fascinante e inquietante. Una indeterminación ética prevalece en el ambiente de la cinta. Por un lado, observamos hombres cultos, ceremonias pomposas, unidad familiar. Y por otro, sangre fría, muertes gratuitas, negocios sucios. El guión carece de una originalidad sobresaliente, sin embargo, aquello se compensa con el garbo del tratamiento narrativo. La lugubricidad, la oscuridad y el misterio procedentes de los personajes, los diálogos y la atmósfera, enaltecen la idea inicial. Por lo demás, la fidelidad de los elementos distintivos del contexto mafioso, tales como la significación de los tatuajes, la inclemencia de los asesinatos y los suntuosos festejos, está simplemente impecable.
Si bien Promesas del este es un filme mainstream, goza de los más refinados recursos del cine negro. En consecuencia, tras la linealidad y llaneza que expresa la narración, Cronenberg nos guiña un ojo. Por lo tanto, su dureza, delicadeza y seducción particulares acompasan el filme, concediéndonos un melodioso relato. Su impronta, por ende, subyace en cada fotograma.
Las segundas lecturas son obligadas a la hora de ver filmes de cineastas catalogados como autores. Promesas del este, pienso, habla de venganzas, de submundos, de la trivialización del mal, de la seducción y sujeción que ejerce el poder, del esporádico acometimiento de la conciencia moral y de la naturaleza violenta del hombre.
Resulta necesario mencionar la actuación de Viggo Mortensen. Está excelente. La profundización de su trabajo actoral es admirable. Provee al personaje de una prestancia y carisma que bien valen los premios que ha ganado. Hay que reconocerlo, gran parte del mérito del filme recae en él.
Ah, David Cronenberg. Hablamos de un cineasta que durante décadas ha perturbado la mente del espectador y que ha sentado bases en el cine contemporáneo. Promesas del este es una película de marca registrada. Otra digna pieza de su indispensable filmografía. A estas alturas, no vamos a pretender discutir el valor de su cine.
1 comentario:
No soy una "entendida" pero me me gustó mucho más "Promesas..." que "Una historia..". Capítulo aparte para Viggo.
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