martes, enero 18, 2011

Las 10 mejores películas estrenadas en Chile el 2010


10.- Kick Ass (Matthew Vaughn, 2010): Divertimento menor, pero efectivo, que logra mantener el interés y recrear. Carece de originalidad y a ratos se torna muy cliché, pero las salas chilenas no nos ofrecieron tantas opciones este año. Entra a la lista por entretenida.


9.- Shutter Island (Martin Scorsese, 2010): Otra que no me gustó tanto. Eso sí, hay gente que la amó. La última película de Martin Scorsese pretendió homenajear al antiguo cine negro (o film noir) de detectives y le quedó bien: bellamente filmada, gran atmósfera de misterio y rítmica. El problema es que con Scorsese uno espera que el filme te mande a las alturas y quedes alucinado por un mes. Acá no pasa eso; el guión es divertido, pero predecible, así que no da para tanto.


8.- Let the right one in (Tomas Alfredson, 2008): La mejor película de vampiros de los últimos tiempos (junto a Thirst) llegó a Chile cuando todos quienes tenían ganas de verla ya la habían visto, ya sea porque la compraron en una cuneta o porque la bajaron de internet, así que pasó sin pena ni gloria por las salas chilenas (sólo santiaguinas). No me extiendo más, pues ya la comenté, brevemente, AQUÍ.


7.- Toy story 3 (Lee Unkrich, 2010): ¿Qué puedo decir de las películas de Pixar que no se haya dicho? Nada. Son brillantes. Punto. En todo caso, me sigo quedando con Ratatouille y Up.


6.- A single man (Tom Ford, 2009): La escena en que Colin Firth y Nicholas Hoult conversan en un bar, cerca de una playa, es un diálogo de puta madre y me valió toda la película. Pero, por supuesto, no se queda ahí. La cinta es poética, filosófica, provocadora, nostálgica y de una elegancia estética del más alto nivel.


5.- La vida de los peces (Matías Bize, 2010): Cuando supe de este filme pensé: “De nuevo Matías Bize con temas de pareja, qué lata”. Craso error. Estamos en presencia de la mejor película chilena del año y la mejor de Bize. Una cinta que revela la madurez de su director, tanto por el tratamiento cinematográfico íntimo y sobrio que consigue, como por la emoción que logra transmitir desde los silencios y esos diálogos precisos e intensos, llenos de trabajo actoral. El desenlace, uf.


4.- El imaginario del doctor Parnassus (Terry Gilliam, 2009): El poder redentor de la imaginación. Me remito al extenso comentario que escribí sobre esta película. ¿Dónde?: AQUÍ.


3.- Inception (Christopher Nolan, 2010): Si a usted, cinematográficamente hablando, sólo le interesa la entretención, amará Inception y no habrá nada mejor. Es rápida, es astuta, es poderosa. Hay giros argumentales y pasan cosas a cada instante. Bravo. Pero también es vacía, insustancial y llena de estereotipos. A pesar de todo, tiene el tercer lugar de esta lista por su admirable ingenio, su grandilocuencia visual (puesta a disposición de una historia que lo amerita) y esa capacidad subvalorada que pocos cineastas tienen: mantenerte al borde de la butaca durante toda la película (con Nolan eso es garantía asegurada).


2.- The ghost writer (Roman Polanski, 2010): Un peliculón de aquellos. Enigmática, seductora, intrigante; simples epítetos llevados a la pantalla con las más sofisticadas herramientas que el cine puede entregar: planos perfectos, ángulos exquisitos, ritmo pausado y ascendente, silencios provocativos, diálogos sugerentes, atmósfera opresora, música sugestiva y gloriosa, entre otros factores que, revueltos sabiamente por el gran Roman Polanski, consiguen un suspenso digno del mejor Hitchcock. Y así, de la mano del protagonista, nos adentramos en un viaje, cargado de secretos, hacia una fascinante y apasionante oscuridad. Simplemente alucinante.


1.- The social network (David Fincher, 2010): Ah, David Fincher. Lo conseguiste. Por fin convenciste a todos. Estamos en presencia de una película trascendente, importante, de proporciones homéricas. ¿Por qué? Varios motivos. 1) El guión es extraordinario; 2) el trasfondo es universal, transversal y profundamente actual; y 3) la dirige David Fincher, es decir, uno de las cineastas más meticulosos y perspicaces con vida hoy en día. El resultado es la perfección en toda regla. Puede que le guste o no la cinta, pero al margen de apreciaciones subjetivas el filme saca nota siete en todos los parámetros. Fincher consigue enaltecer la ya brillante materia prima que tenía a su mano con una dirección fría, pero estremecedora, que hace brillar con las luces justas cada uno de los conflictos emocionales encarnados en los protagonistas de esta historia de ambición, amor y rencor. Acá no tenemos un ejercicio de estilo, cine experimental ni cine de autor, sino que pura e impecable narración. Una obra maestra.



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