Es sábado por la noche y Gregorio Fernández mira desde la ventana del living-comedor de su departamento en el piso treinta y seis al edificio de enfrente. La panorámica: cientos de pequeñas vidas exhibidas a retazos. Desde que se mudó de casa, cerca de cuatro meses atrás, cada noche da una ojeada a lo que la gente deja ver a través de sus ventanas. El par de edificios, intercalados por una frenética y apática avenida, comprende una cuadra completa y cada uno tiene cincuenta pisos; parecen murallas morbosas que se miran cara a cara y se enseñan sus partes privadas, o espejos voyeristas que transmiten episodios mundanos, tragedias domésticas, amores furtivos y alegrías fugaces. Es sábado por la noche y casi es año nuevo. Con una copa de cola de mono en una mano y una rebanada de pan de pascua en la otra, Gregorio observa cenas familiares, veladas románticas, borracheras de adolescentes, fiestas entre amigos y cosas por el estilo; burbujas íntimas de condominios impersonales dentro una ciudad colapsada y fría. Gregorio Fernández, de pronto, se siente solo.
Alguien llama a su teléfono móvil y atiende al primer ring. Número equivocado. En seguida ingresa a Messenger y a facebook. Nadie está conectado. Vuelve a la ventana cuando escucha que en algún departamento empiezan a gritar un conteo regresivo desde el número diez. El mundo es una marioneta manipulada por el frenesí envolvente y el fragor jubiloso, piensa Gregorio en un arranque poético. 3, 2, 1: ¡feliz año nuevo! La misma exclamación viene de distintas direcciones. Gregorio enciende un cigarrillo, se sirve más cola de mono y pone música en su notebook. Suena The widow de The mars Volta. Por las ventanas observa que casi todos ejecutan el mismo ceremonial: abrazos, palmoteos y que pase el siguiente. Gregorio quiere hablar con alguien, con cualquiera. Toma su celular, bebe un largo trago, repleta por duodécima vez su copa y disca el número de un servicio de sexo telefónico.
* Este cuento obtuvo una mención especial en el "Concurso de creación literaria joven Roberto Bolaño" del año 2009.
7 comentarios:
Me gustó, cada vez más natural la descripcion de la vida urbana, el ritmo frenético y sin sentido, los pelmasos posmodernos, y sobre todo la soledad, o los solitarios.... y para quienes conocen la música, entra bien en cada momento, está escrito muy cinematografico.
Me gustó mucho, man. A ratos me parecía cliché, pero era mi propio cliché, no sé si me explico.
Saludos de un lector habitual.
Andrés: Vale por opinar, viejo, como siempre.
Gabriel: Claro, entiendo lo que dices, me pasa algo similar. Gracias por pronunciarte.
¡saludos!
Me parece lógico explicar un hombre con soledad y interpretar su forma de ver las cosas que pasan a su alrededor. Buena lectura, explicita y un poco redúndate en el sentido de conformación de escenas. Cuídate viejo, Tu Amigo Valdiviano Hernán
Don Hernán, saludos para usted y gracias por pasar.
Este fin de semana vi slumdog millionaire y el gran torino. La primera es buena, pero el final es espantoso. Y la segunda, qué decir, Clint Eastwood es TREMENDO, la cagó el viejo.
Ojalá puedas ver la segunda si es que no la has visto, y escribas algo. Te mando un abrazo.
V.
Las dos pelis que mencionas me gustaron. Slumdog es muy básica, pero el montaje y la banda sonora la hacen crecer. Eso sí, me irritó que ganara tantos premios inmerecidos. Y Gran Torino, claro, es genial. El viejo se luce tanto con su actuación como con su narración sencilla y efectiva.
He andado falto de impulso para aterrizar por escrito mis reflexiones cinéfilas; en una de esas me motivo próximamente.
Y mira: "I'm a cyborg but that's ok". Te gustará.
Saludos, V.
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