miércoles, marzo 25, 2009

Del otro lado de la ventana*


Es sábado por la noche y Gregorio Fernández mira desde la ventana del living-comedor de su departamento en el piso treinta y seis al edificio de enfrente. La panorámica: cientos de pequeñas vidas exhibidas a retazos. Desde que se mudó de casa, cerca de cuatro meses atrás, cada noche da una ojeada a lo que la gente deja ver a través de sus ventanas. El par de edificios, intercalados por una frenética y apática avenida, comprende una cuadra completa y cada uno tiene cincuenta pisos; parecen murallas morbosas que se miran cara a cara y se enseñan sus partes privadas, o espejos voyeristas que transmiten episodios mundanos, tragedias domésticas, amores furtivos y alegrías fugaces. Es sábado por la noche y casi es año nuevo. Con una copa de cola de mono en una mano y una rebanada de pan de pascua en la otra, Gregorio observa cenas familiares, veladas románticas, borracheras de adolescentes, fiestas entre amigos y cosas por el estilo; burbujas íntimas de condominios impersonales dentro una ciudad colapsada y fría. Gregorio Fernández, de pronto, se siente solo.

Alguien llama a su teléfono móvil y atiende al primer ring. Número equivocado. En seguida ingresa a Messenger y a facebook. Nadie está conectado. Vuelve a la ventana cuando escucha que en algún departamento empiezan a gritar un conteo regresivo desde el número diez. El mundo es una marioneta manipulada por el frenesí envolvente y el fragor jubiloso, piensa Gregorio en un arranque poético. 3, 2, 1: ¡feliz año nuevo! La misma exclamación viene de distintas direcciones. Gregorio enciende un cigarrillo, se sirve más cola de mono y pone música en su notebook. Suena The widow de The mars Volta. Por las ventanas observa que casi todos ejecutan el mismo ceremonial: abrazos, palmoteos y que pase el siguiente. Gregorio quiere hablar con alguien, con cualquiera. Toma su celular, bebe un largo trago, repleta por duodécima vez su copa y disca el número de un servicio de sexo telefónico.




* Este cuento obtuvo una mención especial en el "Concurso de creación literaria joven Roberto Bolaño" del año 2009.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó, cada vez más natural la descripcion de la vida urbana, el ritmo frenético y sin sentido, los pelmasos posmodernos, y sobre todo la soledad, o los solitarios.... y para quienes conocen la música, entra bien en cada momento, está escrito muy cinematografico.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho, man. A ratos me parecía cliché, pero era mi propio cliché, no sé si me explico.

Saludos de un lector habitual.

Eduardo Araya Cortez dijo...

Andrés: Vale por opinar, viejo, como siempre.

Gabriel: Claro, entiendo lo que dices, me pasa algo similar. Gracias por pronunciarte.

¡saludos!

Anónimo dijo...

Me parece lógico explicar un hombre con soledad y interpretar su forma de ver las cosas que pasan a su alrededor. Buena lectura, explicita y un poco redúndate en el sentido de conformación de escenas. Cuídate viejo, Tu Amigo Valdiviano Hernán

Eduardo Araya Cortez dijo...

Don Hernán, saludos para usted y gracias por pasar.

V dijo...

Este fin de semana vi slumdog millionaire y el gran torino. La primera es buena, pero el final es espantoso. Y la segunda, qué decir, Clint Eastwood es TREMENDO, la cagó el viejo.
Ojalá puedas ver la segunda si es que no la has visto, y escribas algo. Te mando un abrazo.

V.

Eduardo Araya Cortez dijo...

Las dos pelis que mencionas me gustaron. Slumdog es muy básica, pero el montaje y la banda sonora la hacen crecer. Eso sí, me irritó que ganara tantos premios inmerecidos. Y Gran Torino, claro, es genial. El viejo se luce tanto con su actuación como con su narración sencilla y efectiva.

He andado falto de impulso para aterrizar por escrito mis reflexiones cinéfilas; en una de esas me motivo próximamente.

Y mira: "I'm a cyborg but that's ok". Te gustará.

Saludos, V.