10. Balada de un hombre común (“Inside Lewyn Davis”, Ethan Coen y Joel Coen)
Me gustan las películas sobre tipos fracasados. Pero no me refiero a cualquier perdedor, sino que al perdedor talentoso; ese que no tiene cabida en el mundo y cuya soberbia e inadaptación no sólo le cuestan caro, sino que derechamente lo hacen tocar fondo, como al músico de este filme y a tantos artistas en la historia del mundo. Me gustan estos filmes, porque hablan de personas complejas, con verdaderos cuestionamientos, que no caminan por la vida como robots. Así pues, con su tradicional surrealismo, simbolismo y prolijidad cinematográfica, los geniales hermanos Coen nos proveen de un elogio al fracaso, con grandes dosis de melancolía, muy buena música y un gato entrañable.
9. Capitán América: El soldado de invierno (“Captain America: The Winter Soldier”, Anthony Russo y Joe Russo)
Por
lejos, “Capitán América: El soldado de invierno” es la mejor película
de acción del año. ¿Qué significa esto?: no sólo que tiene
espectaculares e impecables secuencias de persecuciones, peleas,
tiroteos y explosiones, con un elevado sentido del espectáculo, sino
también que posee un argumento bastante generoso. Nos encontramos ante
una película de superhéroe, con todos los códigos del cómic, pero
asimismo ante un filme de acción de la vieja escuela, del héroe contra
el sistema, de la cacería institucional al ciudadano problema que debe
luchar desde afuera, al más puro estilo de “El fugitivo” y otras tantas.
No exagero cuando afirmo que esta película inyecta una vital dosis de
trascendencia al universo cinematográfico de Marvel.
8. Primicia mortal (“Nightcrawler”, Dan Gilroy)
Ya
no es raro que Jake Gyllenhaal nos sorprenda con un tremendo personaje.
¡Qué manera de actuar bien este tipo! Acá, otra vez, se roba la
película. Y una gran película. Estamos ante una caricatura sobre la
crónica roja sensacionalista, protagonizada por un cazanoticias (dícese
de la persona que busca y vende noticias a la prensa) encarnado por el
actorazo aludido. “Primicia Mortal” (nefasta traducción del insuperable
título en inglés) nos exhibe a un sociópata verborreico, carismático y
frío, lo más parecido a Robert De Niro en “Taxi Driver”, cuyo
afán de triunfar en su labor lo hará omitir olímpicamente la mayoría de
los códigos éticos de nuestra civilización. Una mirada satírica,
retorcida y oscura sobre el morbo en el periodismo. Excelente.
7. Relatos salvajes (Damián Szifron)
Me
molestan las películas que consisten en un conjunto de historias
cortas, como ocurre con este filme argentino, por la sencilla razón de
que para eso están los cortometrajes. Felizmente, “Relatos salvajes” es
la excepción que confirma la regla. Este compilado de seis cuentitos
furiosos funciona a la perfección como película. Si bien cada uno de
estos episodios tiene valor en su individualidad, al estar juntos, en
una astuta sucesión in crescendo, se potencian, regalando al espectador
un divertidísimo coctel de brutalidad, ira y locura. Estamos en
presencia de relatos originales, curiosos, de gran ritmo, con efectistas
y efectivos giros, y, por sobre todo, ilustrativos de ese genuino deseo
que todos hemos experimentado ante las injusticias y atropellos de la
vida: dejar la soberana cagada. Un gustazo.
6. 12 años de esclavitud (“12 years a slave”, Steve McQueen)
Dotada
de gran pulcritud y delicadeza, a pesar de la crueldad que nos exhibe,
“12 años de esclavitud”, basada en un hecho real, viene a convertirse en
uno de los registros más humanos y mejor ejecutados en torno a la
vergüenza de la esclavitud en Estados Unidos, cuya importancia histórica
e impactante injusticia hacen de este filme un archivo digno de museo.
El cineasta Steve McQueen, por medio de esta historia sobre la lucha de
un hombre inquebrantable ante la brutalidad de toda una época, tiene el
mérito de crear belleza donde hay horror.
5. Interestelar (“Interestellar”, Christopher Nolan)
Las
tres horas que dura esta película me parecieron excesivas. Su desmedido
sentimentalismo tampoco favorece su calidad. Sin embargo, pese a todo,
llega el punto en que esta aventura espacial, visualmente hermosa, no
sólo nos atrapa, sino que nos conquista y nos asombra. Y la razón está
en que se transforma en una odisea tan inconmensurable como la vida
misma, tan épica como los espacios infinitos donde se desarrolla.
“Interestelar” nos habla de un orden superior, una grandeza y un
misterio sin igual, que trae consigo sendos cuestionamientos
espirituales y metafísicos que la convierten en una pieza apasionante.
Así pues, si bien no estamos ante un filme perfecto, sí debemos
reconocer que Nolan lo consiguió otra vez.
4. El lobo de Wall Street (“The wolf of Wall Street”, Martin Scorsese)
Más
allá del subtexto político, económico y social que pueda tener una
película como ésta, que a todas luces está ahí, aquí hay que agradecer
la diversión. Estamos ante un espectáculo alucinante, trastornado,
pervertido. Haciendo gala de una pericia cinematográfica deslumbrante,
don Martin Scorsese nos cuenta la historia, basada en la vida real, del
genio criminal, Robin Hood moderno, vil estafador o astuto empresario,
según cómo prefiera vérsele, Jordan Belfort, y sus pintorescos secuaces.
Esta obscena travesía hasta la cima de Wall Street nos habla sobre el
tramposo y cegador poder del dinero, regalándonos las escenas más
memorables y delirantes de los últimos años. Por lo demás, es un rotundo
deleite ver a Leonardo DiCaprio y Jonah Hill juntos en la pantalla. Una
dupla ganadora.
3. Perdida (“Gone girl”, David Fincher)
Mientras
más entiendo de cine, más admiro a David Fincher. Como el gran cineasta
que es, decidió ponerse al servicio del extraordinario guión que llegó a
sus manos, a los pies de esta historia que equilibra intriga,
personajes y la controvertida institución del matrimonio. Y así, Fincher
deja de lado toda cinematografía pretenciosa y simplemente se dedica a
desplegar una narrativa visual sobria, que permite brillar por sí solo
al argumento, pero dotada del pulso, la elegancia y la sutileza de un
maestro, dando lugar a un todo fascinante cuyo tratamiento del suspenso
es tan perfecto, que el mismo Hitchcock recomendaría ponerla a
disposición de las escuelas de cine.
2. La vida de Adèle (“Blue is the warmest color”, Abdellatif Kechiche)
Decir
que estamos ante una historia de amor entre dos chicas lesbianas
significa simplificar injustamente esta grandiosa película. ¿Por qué?:
porque la verdad que trasunta de la pantalla la hace prácticamente única
en su especie. Este filme es piel, miradas, sexualidad. Mediante un uso
magistral del primer plano y una inteligente selección de episodios de
juventud, vemos la evolución emocional de una chica que enamora de otra
chica, una de pelo azul, logrando retratar, con una honestidad
demoledora y un erotismo feroz, dos fascinantes mujeres, entreveradas en
un amorío turbulento, que se quedan contigo por un buen tiempo. Cine
con visión, cine del puro.
1. Ella (“Her”, Spike Jonze)
Probablemente
no esperaríamos mucho de una película sobre un tipo que se enamora de
una computadora, pero nos encontramos ante uno de esos maravillosos
casos donde la premisa pasa a ser sólo un elemento más de un todo
sumamente sustancioso y complejo. Así pues, “Ella” es una profunda y
hermosa alegoría sobre el amor, las relaciones de pareja y la propia
existencia humana. Estamos ante un filme altamente lúcido y melancólico,
que con el tono de una fábula futurista con estética videoclipera (lo
digo como cumplido), nos plantea las mismas preguntas que reflexionaban los filósofos de la Antigua Grecia, relativas al
fundamento de la realidad, al sentido de la vida y a la naturaleza del
amor. Es así cómo los altos y bajos de esta dulce y conmovedora
relación, entre un hombre y un sistema operativo híper inteligente con
voz femenina, traslucen insondables cuestionamientos sobre quienes
somos. Bravo por la mejor película del 2014.
Menciones honrosas: John Wick, El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos, El gran Hotel Budapest.
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